El papel de la madera en la Historia de la edificación es
algo indiscutible, y cuando aterrizamos en "el Siglo de la Industrialización", también
tuvo su preciado lugar. La fundición y el acero comenzaron a viajar por las
rutas del “Imperio de su Graciosa Majestad”, pero la madera no se quedo atrás.
De Finlandia empezaron a llegar a USA los primeros cargamentos de madera
aserrada para los pioneros, y pronto, desde Chicago, A. Taylor comenzó a poner
en práctica sus métodos de producción en serie aplicados a la vivienda.
¿Algo que aprender de la Ballom-frame? : Indiscutiblemente. Procedimientos, procesos, nomenclatura, ensambles, tiempos, pesos, ahorros ….: sistematización. Desde entonces, la madera tuvo que seguir enfrentándose a terremotos, xilófagos, incendios … y, por si fuese poco, ahora también al acero, y al postrer invitado Hormigón Armado (defendido “a capa y espada” por el mismísimo LeCorbusier).
Pero el avance tecnológico en todos los campos a lo largo de todo el S.XX no se produce en balde, y en la actualidad quedan salvados todos aquellos inconvenientes a base de tratamientos especiales, cálculos comprobados, normativas que cumplir, y un I+D+i que no deja de alumbrar nuevos composites en donde la madera sirve a veces de aglomerante, a veces de fibra, a veces de jácena curva para un super-arco empernado …., para acabar ofreciéndose ante nosotros como una pléyade de componentes de todos los pesos y tamaños capaces de responder a todos los requerimientos que la Arquitectura del S.21 solicita a una edificación segura y sostenible de nuestro tiempo.
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